Un niño se ha perdido: buscando (desesperadamente) a Guillermito Shakespeare
Comentarios sobre la relación entre biografía, creatividad y Shakespeare
Autor: Rodrigo H. Amuchástegui
Abstract
La exposición desarrollará, en primer lugar y muy brevemente, la concepción de la inteligencia y la creatividad en Howard Gardner (1982, 1993, 1993a). Si bien este autor no investigó a Shakespeare, y solo lo hace sobre creadores modernos, nosotros trataremos de relacionar los conceptos mencionados con lo poco que se sabe sobre la vida de Shakespeare. Una segunda parte se centrará en la tesis de Gwendoline Vingoe Smith titulada The making of Shakespeare's genius, que se basa en Gardner y varios investigadores más (Csikszentmihaly 1996, entre otros), para relacionar a nuestro dramaturgo con su contexto específico, haciendo deducciones razonables sobre su niñez y adolescencia —recordemos que no hay prácticamente datos directos— a partir de su contexto stratfordiano, como germen de su genialidad.
Perspectiva personal
En diciembre de este año se cumplo 30 años calendario con el seminario. La Cátedra de Filosofía, el Seminario de los Jueves y algunos pocos amigos han sido lo único que ha permanecido constante en mis últimos 30 años, veremos en los próximos… Y dentro de ese tiempo, varias veces relacioné en mis exposiciones teatro y filosofía.
Mi primera exposición en el seminario, en 1987, fue un trabajo que titulé “El docente como actor”, donde trabajaba los paralelismos entre una y otra actividad.
En 1990, presenté una ponencia sobre Dionisios; algunos recuerdan la damajuana de tinto que llevé para ayudar a despertar el espíritu dionisíaco y no la exposición, otros, ni la una ni la otra, y, en el 2002, según mi agenda, hice dos ponencias teatralizadas, una sobre la Tensión Gambaro - Di Stefano con Josefina Sartora y otra titulada La muerte de Descartes, ambas con la colaboración de algunos actores.
Mi abandono del teatro, y en particular de la dramaturgia fue en el 2005 —demasiados problemas de vida cotidiana— y mi retorno a la escritura teatral seis años después tuvo muchísimo que ver con este seminario, de ahí estos comentarios, en particular:
1. Escenas de la vida socrática, propuesta teatral escrita dentro del ciclo de Platón, que terminó publicada en Platón en el Callejón (diciembre de 2011).
2. Luna roja (2012), obra larga, que no tiene nada que ver con la filosofía, que escribí en el marco de un taller de dramaturgia, pero cuyo tema se me ocurrió a partir del viaje de Tomás a las Malvinas ese año, que me hizo tomar conciencia que mis bisabuelos eran malvinenses, aunque terminé escribiendo sobre la vida de mi abuelo español y canario que tuvo que ver con los hechos de la Patagonia trágica. Es una obra que espera director, productor, etc.
3. Y actualmente estoy reescribiendo La muerte de Descartes, pero desde otra perspectiva y cambiándole el nombre —La peluca de Descartes— que, como dije, escribí en el 2002. Y, por supuesto, mantengo una constante admiración a Platón, de lejos, el mayor dramaturgo de la historia… de la filosofía. Investigar sobre Shakespeare, en mi caso, en particular, es una tarea doblemente grata.
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Yendo al tema específico. La cuestión de la creatividad es un tema inmenso y yo he sentido que me metí en un berenjenal. El tema es demasiado amplio y, aunque no parece tener mucha relevancia filosófica, excede ampliamente lo propiamente artístico y particularmente lo literario y teatral.
De hecho, podría decirse que en el desarrollo social, sociedad de consumo y creatividad van de la mano, y no es casualidad que quienes hayan desarrollado más la cuestión hayan sido norteamericanos, inventando incluso disciplinas como la Sinéctica (centrada en el desarrollo de la capacidad creativa). Incluso pienso que es más importante que la plusvalía, y que Marx tendría hoy que repensar la cuestión desde la perspectiva de la creatividad y la innovación, pero no seguiré por este camino de herejías. En realidad, como Sócrates, acostumbro tener a mi izquierda un pequeño daimon crítico que me dice “detenete, ché, cállate” y, como Descartes, a mi derecha tengo un genio maligno que me hace actuar imprudentemente, haciéndome creer y a veces crear, cosas que no existen.
Mi idea inicial fue trabajar lo que se llama “la imaginación creadora”, que tiene vertientes filosóficas, pero era muy amplio y lo descarté.
También quería trabajar la cuestión de los límites de la creatividad en Shakespeare, es decir, frente a la concepción de una pura potencia creativa, de genio creador que se despliega sin límites, me interesaba investigar —en relación incluso con mi propia práctica teatral— los límites con los que se enfrentaba Shakespeare, quien escribía para un lugar específico y con enormes condicionamientos profesionales y epocales. Por ejemplo, el simple hecho de que los papeles femeninos lo hiciesen mujeres —en una perspectiva distinta a la griega— me llamaba la atención. Es decir, Shakespeare tenía que escribir cuidando mucho los acercamientos físicos y las posibles e imposibles empatías con el público. Si se me permite una digresión, una indicación actoral hoy día correcta para una actriz shakespereana sería decirle que interprete su rol de mujer como si fuera un hombre que hace de mujer. Otros temas a trabajar en esta dirección eran el verso, lo que éste posibilita e imposibilita, el espacio teatral, la tradición teatral en la que se inserta, la dependencia del actor, las distintas formas de censura, Shakespeare como director, lo que condiciona su propia lectura de sí mismo, su prudencia política y religiosa, etc., etc. Bueno, todo eso no lo planteo aquí.
Hay, por otra parte, investigaciones prácticas —uno de los mejores exponentes es Edward de Bono con su pensamiento lateral— pero tampoco me metí por allí. Finalmente decidí tratar de acercarme a la creatividad desde la perspectiva principalmente de un teórico reconocido como Howard Gardner
Tomás, en gran medida, en su primera presentación, había marcado la cancha de lo que se sabía y no se sabía de Shakespeare. Él había dicho: “El problema con William es que el espejo que lo refleja es el mismo que reproducía el rostro de Dionisios cuando al mirarse veía el mundo. Por eso bien podemos decir que los escépticos tienen razón, y los antistratfordianos también: ¡Shakespeare no existe! Quienes sí existen son Falstaff, Otelo, Hamlet, Calibán, Yago, Ricardo III y Hal, Antonio y Cleopatra, Troilo y Crésida, Macbeth, Romeo y Julieta, Shylock y Portia, y todos los personajes secundarios que hacen viva su obra”.
Pero meterse con la creatividad es meterse con la biografía del creativo y, en este caso, en particular en su lugar de nacimiento y sus posibles experiencias tempranas. No hay otra forma. Me gusta tratar de imaginar al Shakespeare de carne y hueso —recomiendo la película Shakespeare apasionado y algunos probablemente empiecen a creer que se pareció mucho a Joseph Fiennes— y no solo a los textos que llevan su nombre —así como no acepto que Sócrates haya que estudiarlo como una invención textual platónica.
Howard Gardner y su relación (posible) con Shakespeare
En principio, digamos que Howard Gardner (1943-) es un teórico norteamericano formado en psicología del desarrollo y en neuropsicología, autor de más de 18 libros, muchos traducidos al castellano, y cientos de artículos. Es codirector de Proyecto Zero de Harvard (fundado por el filósofo Nelson Goodman en 1967), centrado en la investigación que relaciona aprendizaje, pensamiento y creatividad en las artes, las ciencias y las humanidades, tanto a nivel individual como institucional. Su teoría de las inteligencias múltiples tiene un enorme potencial de desarrollo y está ligada a reformas parciales en la educación en los Estados Unidos, reformas que obviamente están vinculadas a una concepción de la inteligencia que se enfrenta con las ideas dominantes.
Básicamente Gardner se opondrá a la unidireccionalidad de los test, que dan predominio a la inteligencia lógico-lingüística, por su reduccionismo. Es decir, muchas potencialidades humanas quedan devaluadas si la inteligencia es interpretada en la dirección que impuso Binet. El famoso cociente intelectual no es un dato confiable.
Su definición de “inteligencia” es “la capacidad de resolver problemas, o de crear productos, que sean valiosos en uno o más ambientes culturales” (Gardner 1993 [1995: 10]). Definición a la que, por un lado, hay que agregar el rechazo a la facultades generales, a la idea de que alguien pueda ser inteligente en muchos campos a la vez, pues “en mi opinión, la mente tiene la capacidad de tratar distintos tipos de contenidos, pero resulta en extremo improbable que la capacidad de una persona para abordar un contenido permita predecir su facilidad en otros campos” (Gardner 1993 [1995: 11]), pero, por otro, hace falta indicar su relación con otros dos conceptos, los de campo y ámbito. Por el primer concepto, se entiende el área o disciplina en que el individuo trabaja, que supone una serie de reglas o procedimientos. Así podremos hablar del campo de la música, de las matemáticas, etc. Mientras que, el ámbito es el conjunto de individuos que funcionan evaluando, seleccionando, básicamente reconociendo quiénes deben ser incluidos en el campo. Por ejemplo, “en (el campo de) las artes visuales, el ámbito lo constituyen los profesores de arte, los directores de museos, coleccionistas de arte, críticos y administradores de fundaciones y organismos estatales que se ocupan de la cultura” (Csikszentmihalyi 1996 [1998: 46]). En suma, la inteligencia se define en relación al individuo, al campo y el ámbito.
Pero no es muy diferente su concepción de creatividad, de hecho las identifica, pues
“el individuo creativo es una persona que resuelve problemas con regularidad, elabora productos o define cuestiones nuevas en un campo de un modo que al principio es considerado nuevo, pero que al final llega a ser aceptado en un contexto cultural concreto”. (Gardner 1993 [1995: 53])
La creatividad no encierra mayores misterios que el que supone entender la inteligencia.
La inteligencia es una capacidad, más estrictamente un potencial biopsicológico que compartimos los miembros de la especie humana. Pero, cada inteligencia tiene sus propios procesos psicológicos, sus propios medios de procesamiento.
Tendemos también a pensar que la inteligencia está en la cabeza individual, aun aceptando los conceptos de campo y ámbito, pero ésta es una concepción limitada y debemos agregar dos conceptos más: la contextualización, que apunta a destacar la relación con las posibilidades y limitaciones que ofrece cada cultura y la distribución que acentúa la importancia que tienen los artefactos e individuos que nos rodean.
La inteligencia (y yo agrego la creatividad) no es una sustancia. Es una construcción conceptual, una ficción o simulacro, que da cuenta de una serie de procesos o habilidades.
En Shakespeare podemos plantear al campo como el “campo teatral”, el ámbito, al menos el contemporáneo a él, estaba constituido por otros autores teatrales, los dueños de teatros, los actores y los nobles que protegían a las compañías teatrales (y no tengo claro si incluir o no al público asistente al teatro —sea noble o plebeyo). La contextualización estará dada por el contexto histórico y el desarrollo del teatro en dicho momento y la distribución que estará constituida por los temas, historias y documentos que Shakespeare utilizó para inspirarse, junto con el trabajo de los colegas con los que escribió y contra los que escribió y los actores y personas que le permitieron imaginar a sus personajes, por ejemplo, e incluso a sus puestas.
Clasificación: Las inteligencias de Shakespeare
La propuesta garderiana (hacia 1983) es de siete inteligencias, a saber, inteligencia lingüística, musical, logicomatemática, espacial, cinestésico-corporal e inteligencias personales, que subdivide en intra e interpersonal. Esta división es metodológica, pues en cada situación intervienen varias, y no hay evidencias concluyentes para la misma. Por cuestiones de extensión, no desarrollaré su metodología de investigación y solo las nombro y comento ahora muy brevemente en relación a Shakespeare:
1. Inteligencia lingüística
Sin duda, la palabra escrita y hablada es aquí de fundamental importancia, pues el teatro es palabra, al menos como una de sus principales características. También hay que tener en cuenta la importancia de la memoria en el actor, cosa que también era Shakespeare. Quizá pueda plantearse que ésta era la inteligencia más destacada en Shakespeare, pero me parecería una apreciación limitada.
2. Inteligencia musical
En la creación lingüística, y en particular en la poética shakespereana, se pone en evidencia la dimensión musical. De todos modos, Gardner se preocupará de marcar las diferencias para justificar la autonomía de una inteligencia musical.
Si Shakespeare tenía conocimiento y capacidad de creación estrictamente musical-formal, no lo sé. Supongo que no, ya que dominar el lenguaje musical requiere un conocimiento y prácticas específicas, y entiendo que no la tenía; sin embargo, dado que en el teatro la música tiene un rol destacado y Shakespeare trabajó también como maestro de escena, o director, debo suponer que tenía cierto manejo musical. En particular, en La tempestad, la impronta musical es muy importante y la intervención de Shakespeare parecería inevitable. Como apoyo a nuestros supuestos, tenemos a Astrana Marín (traductor de editorial Aguilar) quien, en sus comentarios a uno de los sonetos, dice “Shakespeare parece haber tenido una opinión poco lisonjera de los hombres que no hallan encanto en la música” (1945: 1883).
3. Inteligencia logicomatemática
No creo que Shakespeare se haya destacado en este territorio (aunque se haya interesado en el cero —según ya vimos con Eugenio Marchiori). Sin embargo, la capacidad de contar versos, cosa que sin duda hacía, se la entiende como matemática. Así, “calculista es el poeta que cuenta las sílabas y mide el ritmo de los versos” (esto está dicho por Malba Tahan —matemático brasileño que escribió con ese seudónimo— en El hombre que calculaba). Por otra parte, no parece dudoso que también sabía calcular ingresos como empresario y proyectar compras terrenales, como sabemos por su experiencia en Stratford. De todos modos, la idea de rigor y belleza que deslumbran al matemático no me parece muy compatible con la creación dramática shakespereana.
4. Inteligencia espacial
Sin duda, esta inteligencia es una de las más características del dramaturgo, en tanto construye en su imaginaciónpaisajes, desplazamientos, acciones, gestos.
5. Inteligencia cinestésicocorporal
El cuerpo —como ya lo ha planteado Claudia Fagaburu—, obviamente el cuerpo del actor, supone un buen manejo cinestésicocorporal. Por él se logra la comunicación —llámese Einfühlung, simpatía, empatía o lo que sea— con el público.
6. Inteligencias personales
Gardner diferencia entre inteligencia intrapersonal —conocimiento de uno mismo— e inteligencia interpersonal —conocimiento de los otros. Poco hubiera podido escribir Shakespeare de trascendente sin un destacado conocimiento de sí mismo y de los otros.
Una primera conclusión es que Shakespeare como dramaturgo —o mejor, autor de teatro— actor y empresario, no encaja claramente en la concepción de Gardner de la inteligencia, pues éste plantea que los grandes creadores, en particular, presentan un gran desarrollo en una inteligencia específica, pero el autor teatral, y más concretamente Shakespeare, se muestran afines a varias de ellas, por no decir a la totalidad.
Gardner y la creatividad, o empezando a buscar a Guillermito
Como escribí, la definición de inteligencia y creatividad son prácticamente las mismas, pero refiriéndose estrictamente a la creatividad, Gardner, en su Mentes creativas, una anatomía de la creatividad (1993) se interesa por 7 personajes que entiende como fundadores de la época moderna (Freud, Einstein, Picasso, Stravinsky, Eliot, Martha Graham y Gandhi), con lo que queda claro de entrada que el interés por la creatividad de este investigador no es una cuestión puramente relacionada con lo que habitualmente llamamos “Arte”.
La creatividad es estudiada desde las teorías guestálticas, cognoscitivistas, biografistas, especialistas en inteligencia artificial —paralelismos en los procesos máquina-humanos—; enfoques en términos de personalidad y motivación: psicoanalíticas, conductistas; motivación intrínseca: estudio sobre los estados de flujo creativo y aproximación historiométrica (examinan extensas colecciones de datos para determinar la década de la vida en que los individuos creativos son más productivos). Y Gardner se provee de todas las fuentes disponibles.
Dado que no es nuestro tema, que el mismo se relaciona también con cuestiones biológicas, médicas y educativas y que, de todos modos, sería muy extenso, dejo estos desarrollos de lado. Pero, sintetizaré las conclusiones generales que hace de las características de los individuos creativos y trataré de vincularlas a Shakespeare, aunque también esto en forma muy sintética.
Dos palabras sobre la perspectiva de la infancia de los grandes creativos. La perspectiva evolutiva puede caracterizarse así:
La calidad de los años iniciales es decisiva. Si, al principio de su vida, los niños tienen la oportunidad de descubrir mucho sobre su mundo, y la aprovechan de forma adecuada explorando, acumularán un incalculable “capital de creatividad”, del que podrán hacer uso el resto de su vida.
Lo que permite distinguir a los individuos creativos son sus modos de utilizar provechosamente las intuiciones, sentimientos y experiencias de la niñez.
“Ciertamente, sostengo —dice Gardner— que el creador es un individuo que sabe afrontar un desafío absolutamente formidable: vincular los conocimientos más avanzados alcanzados en un campo con la clase de problemas, cuestiones, asuntos y sentimientos que caracterizaron fundamentalmente su vida de niño lleno de asombro.”
No importa la intensidad del esfuerzo: parece que se requieren al menos diez años de trabajo constante en una disciplina o arte para llegar a dominar la especialidad. La capacidad de dar un giro creativo requiere precisamente esa maestría y, por consiguiente, raramente pueden documentarse descubrimientos significativos antes de que se haya cumplido una década de actividad sostenida.
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Trataré ahora de vincular lo que Gardner llama “retrato del creador ideal” (C.I.) con lo que sabemos de Shakespeare, en particular en lo que se refiere a su niñez y juventud, aclarando que toma para ello elementos comunes o parcialmente compartidos a los siete creadores modernos ya mencionados. Leeré primero lo que Gardner dice, que pongo en itálica, y luego una posible aplicación a Shakespeare, reiterando que Gardner no se interesa ni menciona a Shakespeare, principalmente por su lejanía temporal.
Retrato del creador ideal (C.I.)
Recordemos ante todo sus años de nacimiento y muerte: 1564 y 1616.
1. Procede de un lugar apartado de los verdaderos centros de poder e influencia de su sociedad, pero no tan alejado que ignore lo que allí ocurre.
Esto es así en Shakespeare. Stratford está a 166 km, 2 horas de viaje en coche, y supongo que serían 2 días por lo menos —si iba a caballo— en su época. No hay dudas de que los hechos de la capital repercutían en su pequeña ciudad (aprox. 2000 habitantes), pues hay datos al respecto.
2. Su familia no es rica ni tiene terribles problemas financieros. Tiene una vida razonablemente cómoda materialmente.
Esto también se puede justificar. Aunque su padre, John Shakespeare, era de origen humilde —granjero— fue mejorando su posición económica incluso para casarse con alguien de una mejor posición —la hija de un hidalgo campesino— que aportaba dos propiedades. Pero John ya tenía también dos casas en la época de su casamiento. Sobre las variaciones de la vida económica del padre me referiré luego, pero aunque con comillas se puede decir que Shakespeare “tuvo una vida razonablemente cómoda materialmente”.
3. Ambiente familiar más correcto que cálido. Cierta distancia de su familia biológica. Sentimientos ambivalentes, en especial con uno de sus padres. Lazos más íntimos con una niñera o miembro lejano de la familia.
Esto habría que probarlo con más elementos, y quizá sea imposible. No sabemos estrictamente cómo era su vida familiar, aunque hay podemos suponer bastante en la relación que tuvo con su padre, en particular. Es cierto que quizá el concepto de “calidez” no se aplique en la época, por el modo en que se consideraban a los niños. No hay datos de niñera alguna. La distancia con su familia estrictamente es física, al menos cuando es ya mayor. Aparentemente mantendría una buena relación con sus padres, que en buena medida se ocuparon de su esposa e hijos, aunque tuvieron serios problemas económicos, que habrían podido superar gracias a los éxitos de Shakespeare. También apoyará a su padre que quería obtener el título de caballero, cosa que logra.
4. La familia no tiene educación superior pero valoran el aprendizaje intelectual y sus logros. Son burgueses, es decir se caracterizan por darle importancia a la tradición, ambición, respetabilidad y valoración del trabajo duro.
También esto parece bastante justificable. El padre de Shakespeare no solo tuvo una situación próspera —hecha con su esfuerzo, con su trabajo—, sino que fue ascendiendo social y políticamente. A pesar de los problemas económicos que tuvieron y que, en determinado momento, podemos decir que fueron graves, también sabemos que fue una familia bastante respetada —al menos un tiempo— en su ciudad. Es bastante plausible que apoyaran la educación de su hijo y, por lo tanto, su asistencia a la escuela local, que incluía latín y autores clásicos como Ovidio, Virgilio, Plauto y Séneca.
5. Las áreas de fuerza del creador ideal aparecieron en épocas relativamente tempranas, la familia la estimula, pero no absolutamente.
No parece que haya datos de esto. ¿Qué podemos saber del estímulo de la familia? En principio, podemos pensar que fue un hijo esperado particularmente. Sus dos hermanas mayores murieron prematuramente en la infancia y, en ese sentido, además de ser el primogénito varón, debe haber tenido un cuidado especial. Deben haberlo estimulado al estudio —aunque no al universitario—, pero no creemos que lo hayan alentado a la actividad teatral.
6. Atmósfera moral-religiosa en la familia. Conciencia estricta que puede volverse contra él o contra aquellos que no lo sigan.
No lo sé. La cuestión religiosa era bastante complicada —Tomás algo comentó. La religión era bastante variable —al menos oscilando entre el catolicismo y el protestantismo—, pero importaba y bastante. Quizá el casamiento con Anne Hathaway puedan entenderse de este modo, es decir, la respetabilidad de ella y de él debían mantenerse, cuando ella quedó embarazada. No sabemos si fue iniciativa de él o cuánto participó la familia para que el casamiento se llevase a cabo. En ese caso, más que religiosidad, sería conciencia y respetabilidad burguesa y la iglesia como testigo. Como sea, necesitó garantías para casarse, por ser menor de edad. Si sabemos que dejó a su familia para ir a Londres. La conciencia estricta shakesperiana se podría decir que estuvo en la prioridad total del teatro en su vida sobre otras actividades, al menos durante bastante tiempo.
7. Adolescente. Desborda el hogar. Invirtió una década de trabajo en el campo. Necesidad de salir del entorno familiar y local y ponerse a prueba. Va al centro cultural específico y se relaciona productivamente con otros individuos del campo.
Esto es así estrictamente. Londres se constituyó antes del viaje de Shakespeare en centro cultural de Inglaterra, donde el teatro tenía su relevancia. Los actores debían ponerse bajo la protección de un noble. En 1576, cuando Shakespeare tenía 12 años, se hace el primer gran teatro. En 1587, año de la ejecución de la reina María de Escocia, llega a Londres (23 años). La efervescencia teatral se muestra en las figuras presentes: George Peele, Robert Greene, Thomas Lodge, Christopher Marlowe. Obviamente no llegó y fue reconocido inmediatamente. Tuvo que trabajar tanto en la escritura como en la actuación para ir desarrollando su genio, que fue reconocido con relativa rapidez (5 años).
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Gardner afirma que no investiga tan profundamente, como podría hacerse, los procesos mentales concretos usados por los creadores, ni propone ningún modelo de cómo procesa la información la persona creativa. Destaca asimismo que no está en posición de afirmar que sus hallazgos sobre la creatividad puedan aplicarse a otro tiempo diferente a la modernidad. Y, en cierto modo, tiene razón. Como conclusión, podemos decir que, por un lado, su concepción de las inteligencias múltiples no se verifica en Shakespeare y, por otro, que su retrato del creador ideal sí bien se ajusta bastante, no lo hace completamente a lo que sabemos de él.
3. Gwendoline Vingoe Smith y el surgimiento del genio de Shakespeare
Introducción
Esta investigadora tiene una tesis en internet (2004)[1] dedicada a Shakespeare y a su vínculo juvenil con Stratford. En ella recopila informaciones de una importante cantidad de teóricos de la creatividad —teniendo sin duda Gardner un lugar destacado— para tratar de vincularla con lo poquísimo que se sabe de la niñez y juventud de Shakespeare. Trabaja estrictamente con documentos y, a partir de éstos, conjetura la situación real. Entiende que hay nuevos datos que permiten avanzar y dejar de lado algunos mitos sobre la vida de Shakespeare. Se interesa en los hechos “altamente probables” y no simplemente en los “posibles” que han alimentado muchas biografías imaginarias de Shakespeare, dice.
Las características generales que comparten los distintos investigadores sobre el genio son:
1. Tiene un fuerte interés en su tema y un deseo de aprender que mantiene durante largo tiempo, hasta mejorarlo o modificarlo.
2. Tiene en consecuencia una motivación fuerte que no desaparece por posibles fracasos.
3. Tiene enormes poderes de concentración y perseverancia.
4. La genialidad no es algo innato, sino resultado del trabajo constante de uno mismo y en relación con otros.
El entorno del nacimiento de Shakespeare
La formación de Shakespeare hay que entenderla en el contexto de su ciudad, Stratford, y moldeada por ésta. Es decir, “su moral, modelos e intereses [y también buena parte de sus imágenes creativas] podrían haber sido, inicialmente al menos, engendrados por la gente y el lugar en que se desarrolló su vida” (2004: 53). Sus doce primeros años los pasó allí. Esto lo sabemos porque estaba allí su padre, y fueron bautizados sus hijos. Es probable que no conociera los alrededores. No se iba al bosque o al campo a pasear el fin de semana, como se puede hacer hoy.
La ciudad puede ser descripta con certeza, teniendo como referencia la actual Stratford-upon-Avon. Destacamos la cárcel, la picota (parte de la política de disuasión y lugar donde se exponía públicamente a los reos), los mercados. Pero Shakespeare, por ejemplo, no vio las imágenes actuales del interior de la capilla (íconos y representaciones pictóricas) de su ciudad, pues la reina Isabel había mandado destruirlas en su intento de restaurar el protestantismo en 1559 y su padre fue justamente quien tuvo la responsabilidad de destruirlas (esto se sabe pues se tienen los informes de los gastos y su finalidad y era él el responsable).
El fuego era un peligro siempre presente, ya que las casas eran de madera y paja. Un pequeño fuego podía quemar toda la población, pues las casas estaban una junto a la otra y eso ocurrió en 1594 y en 1595. Había hasta 6 cerdos por casa, que también paseaban por la ciudad, junto a los gansos y los patos. La higiene no era descollante. Hubo edictos reiterados para que se mantengan limpios los frentes de las casas, lo que testimoniaría que la suciedad era habitual. Los lugares para el estiércol eran cuidadosamente elegidos. Estaba prohibido dejar la basura fuera de los lugares permitidos; faltar a esto suponía una pena económica de tres chelines y cuatro peniques. Obviamente estos lugares se llenaban de ratas, insectos y eran zonas nocivas. Y solo se eliminaban dos veces al año.
Las calles eran muy ruidosas. La de Shakespeare terminaba en el puente y estaba llena de tabernas y otros negocios. Su familia vivía en Henley Street, cuya continuación era Bridge Street. Al final de la calle, al llegar al puente, había unos puestos para practicar arquería, cuestión que había que hacer por ley (2004: 60). La parte más baja de la ciudad, en la zona del puente, se inundaba.
Su lugar de nacimiento no se conserva como era en su época. La ciudad estaba llena de árboles. Las casas deberían tener chimeneas de ladrillos, pues esto estaba establecido por ley. Las actividades laborales eran muy variadas, pero tenía importancia el trabajo con telas y la producción de malta cervecera.
“Stratford disfrutó de ventajas que hicieron que sea una buena ciudad para nacer (no quizá para quedarse cuando Shakespeare tuvo 20 años). Fue un centro de mercado acreditado que atrajo dinero y mercancías de otros lugares” (2004: 64). Las tierras de la zona eran buenas para el cultivo y el ganado. El puente era bueno y facilitaba la entrada de los visitantes.
Shakespeare no nació en una ciudad donde no pasaba nada. “En su época debe haber sido una de las más vivas y vibrantes ciudades provinciales de Inglaterra”. Howe, otro investigador, afirma: “Los incidentes y eventos de la rutina de cada día que hacen a la vida de una persona son generalmente mucho más influyentes que sucesos más dramáticos” (cit. en 2004: 73).
John Shakespeare y su familia
Dice Vingoe Smith:
“El padre no era solo la cabeza de la familia. Lo que le ocurriese a él, los demás miembros de la familia lo iban a disfrutar o sufrir, además de que eran parte de sus bienes y muebles y podía, por lo tanto, disponer de ellos en la forma que pensase. Su mujer estaba necesariamente unida a su éxito y bienestar. Si ella no hacía las cosas bien, él estaba en desventaja”. (2004: 74)
El podía entrenarla para mejorar, como se hace en La fierecilla domada, aunque el método podía no ser demasiado amable, como lo transmite esta canción popular:
“A spaniel, a woman, and a walnut tree, /
The more they are beaten, the better they be.”
[Un perro de aguas, una mujer, un nogal/
cuanto más se les pega, mejor resultan.]
Se supone que esto también lo repetían algunos clérigos. El matrimonio era una relación entre desiguales. La obediencia, de todos modos, era más amplia e incluía a las autoridades del poblado, siguiendo órdenes reales. La estabilidad familiar afectiva y económica sin duda se puede vincular a la felicidad y seguridad de cualquier niño y Shakespeare no debe haber sido la excepción.
La actividad del padre
Fue, según se dice, un exitoso vendedor de guantes, pero esto no es algo tan probado ni probable. En la ciudad había cinco fabricantes más, bastantes para una ciudad pequeña. ¿Qué más sabemos de él?
“Tenemos información objetiva acerca de la posición de John Shakespeare en la ciudad por un corto período de su vida, de sus actividades de usura, de compra de lana, de compra de propiedades, hipotecas y ventas de propiedades, sabemos que trató sin éxito de obtener un escudo de armas para su familia y que [en determinado momento] renunciaron a asistir a las reuniones de la Corporación y a la iglesia.” (2004: 84)
Tuvo distintas funciones públicas. Se sabe que, por ejemplo, los domingos su obligación era reunir aquellos que no estaban en la iglesia y en persuadirlos que vayan, o reportar que no fueron. También tenía que informar sobre cualquier propiedad que él pensara que no estaba en condición y que podría poner en peligro a la gente de la ciudad, cayéndose o incendiándose (2004: 87). Además “él se encargaba de todos los artículos disponibles de castigo de Stratford incluidos los cepos, poste de flagelación, picota, silla de chapuzar y la jaula, y administraría los castigos decretados”.
Antes de que naciera su hijo, estuvo 20 veces en la corte, tanto para defenderse como para litigar por pagos que no le fueron hechos. Pero esto era más o menos habitual, ya que no existían los bancos y dependía de si se conseguía o no dinero. Tuvo, en el cargo de chambelán, que encargarse durante 4 años de los asuntos financieros de la ciudad, por lo que Vingoe Smith considera que tiene que haber sido considerado hábil y honesto.
La madre y sus hermanos
Sabemos la influencia en la creatividad del entorno familiar (su madre era Mary Arden), pero no hay datos confiables al respecto. Es decir, no sabemos sobre el rol materno, aunque hay testimonios de su origen y situación económica (que ayudó a la economía familiar). Sabemos que logró que cinco de sus hijos llegaran a ser adultos, cosa nada fácil en una época de pestes continuas. Podemos suponer que se llevaban bastante bien, pues, ya adulto, William permaneció cerca de todos ellos. Tuvo, por ejemplo, suficiente confianza en la capacidad administrativa de su hermano Gilbert para actuar en su lugar en un arreglo sobre una propiedad en Stratford y, por otra parte, su hermano menor, Edmund, parece haber seguido sus pasos para convertirse en un actor en Londres (2004: 94).
La infancia de Shakespeare: circunstancias de su vida que podrían probablemente haberlo afectado
Sobre la importancia de la biografía en relación con las obras, copio de Wikipedia (art. Hamnet Shakespeare):
“Las teorías que relacionan a [la muerte de] Hamnet, el hijo de Shakespeare, con la obra de su padre se hicieron populares a inicios del siglo XVIII y su notoriedad se extendió hasta la década de 1930, época en que surgieron importantes corrientes literarias a favor de excluir los componentes biográficos e históricos en el análisis de las obras literarias, como son: el Modernismo y la Nueva crítica. En los últimos años, las teorías sobre la relación de Hamnet con las obras de su padre han vuelto a resurgir debido a que la Nueva crítica ha perdido la aceptación de algunos académicos”.
Más allá de la crítica literaria, según lo anterior, habría una revaloración de las cuestiones biográficas. Obviamente el principal obstáculo para conocer la infancia de Shakespeare es la ausencia de datos directos que se refieran a ese periodo. Aunque tengamos mucho por él, está escrito en tercera persona, referido a un personaje y, por lo tanto, afirmar que tal o cual personaje lo representa es discutible. Sin embargo, a pesar de esas dificultades, “me parece legítimo —dice la autora— proceder a examinar lo que sabemos, al menos, algunos de los datos que han jugado algún papel en el extraordinario logro literario y lingüístico de Shakespeare” (2004: 96).
No podemos determinar o incluso estimar muy fiablemente el curso de su desarrollo físico, mental y emocional. Podemos, sin embargo, considerar algunos de los factores que son conocidos que afectan el desarrollo de los niños en grado variable. Repetimos, las observaciones que siguen podrían perfectamente haber afectado —al menos muchas de ellas— a varios niños contemporáneos al dramaturgo inglés. Sin duda, Shakespeare tuvo un plus con respecto a éstos. Pero, no podemos negar que es altamente probable que formaran parte de su capital creativo, al menos si consideramos las investigaciones de los especialistas que afirman la importancia de las experiencias de la niñez.
Circunstancias específicas (1564-1616)
1. Por su bautismo en época de Isabel (1564) era protestante. Pero recién hacia 1571 cuando su padre fue nombrado Concejal jefe (chief Alderman), y William tenía unos siete años, se vendieron las vestimentas eclesiásticas, quedando Stratford claramente definida hacia esa religión cristiana. Aunque no sabemos a quién se las vendieron ni porqué.
2. No se contagio la peste y es altamente probable que la familia y la población haya agradecido a Dios. Esta gratitud por haber salvado la vida debería estar flotando en el aire y puede haber afectado al niño Shakespeare y contribuido a su posterior apreciación de estar vivo.
3. Al año siguiente, 1565, el padre fue elegido concejal, uno de los doce principales miembros de la ciudad. El sentimiento de la importancia de la familia es también un elemento fuerte del desarrollo (life-enhancer: potenciador de la vida). Aunque este estatus fue modificado durante su juventud. Es un dato, aunque dudamos que William con un año de edad haya percibido mucho.
4. De gran importancia tiene que haber sido el nacimiento de su hermano Gilbert cuando él tenía dos años de edad. Esto está atestiguado por diferentes investigadores, es decir, el cambio de status de pasar de ser hijo único a ser el mayor de los hermanos.
5. En esa época, el padre de Shakespeare perdió plata, pues tuvo que hacerse cargo de una importante deuda del padre de la que sería la esposa de William, lo que se supone que tiene que haber afectado el modo de vida de la familia al menos en términos de gastos (compra de bienes). La restricción económica, con sus obvias secuelas de malestar e infelicidad, afectó a la familia, sin duda y por lo tanto a William.
6. Parece que John era católico, pero al jurar en el cargo se debía someter a la reina, es decir, mostrarse como protestante. William habría sido educado como protestante. En 1571, juró nuevamente como concejal. Sin duda, los cargos del padre influenciaron en la vida del joven Shakespeare. Debería haber mayor movimiento en su casa y la importancia de su padre tiene que haber sido notada nuevamente por el niño, tanto porque el padre se lo haya comunicado directamente, como por las vestimentas que éste debería usar y por los lugares distintivos que ocuparía la familia en la iglesia. Así como lo tiene que haber afectado la disminución del prestigio posterior de su padre, que incluso dejó de ir a misa para evitar encontrarse con sus acreedores, como ya comentamos.
7. Hubo revista de tropas y Stratford revisó y preparó su arsenal para estar listos al servicio de la reina. Esto debe haber quedado marcado en el niño. Es decir, suponemos que determinados acontecimientos, tanto por su singularidad y, en este caso, marcialidad, colorido y acontecimiento social impactaban más sobre los niños en particular. William tiene que haber visto la selección de los jóvenes soldados, su entrenamiento en las cercanías de la ciudad y la marcha hacia Londres de los mismos (2004: 109).
8. Otro dato que sabemos de los primeros años de Shakespeare es que hubo representaciones actorales en ese periodo en Stratford. E incluso, ocurrieron mientras su padre fue baillewick (una especie de sheriff), quien los autorizó a actuar. Y no es improbable que su hijo no solo asistiera a las representaciones, sino a las actuaciones que vio su padre antes de autorizarlos. Entre 1568 y 1583 actuaron no menos de 15 compañías en Stratford (o sea entre los 4 años y la mayoría de edad de William). Estas fiestas en las que venían actores, es probable que hayan deslumbrado a Shakespeare y ya en su niñez supiese lo que quería ser.
9. En 1570 (6 años) su padre fue al tribunal dos veces acusado de violar las leyes contra la usura por el cobro de altos intereses por sus préstamos y fue multado en un caso; al año siguiente fue acusado de hacer compras ilegales de lana. Podemos suponer que las actividades paternas y los reclamos judiciales afectaron al pequeño William, pues no debieran haber sido fáciles de disimular en la familia.
10. Cuando William tenía 8 años su padre fue a Londres por una disputa de pagos que tenía Stratford con el conde de Warwick, lord Ambrose. Esta habría sido la primera visita de John a Londres. Se puede suponer que el padre contó su experiencia londinense a su hijo y este tuvo así una primera experiencia de lo que era la vida fuera de Stratford. En palabras de Vingoe Smith:
“La visita de su padre a Londres puede haber activado el deseo en William de explorar la vida más allá de su ciudad. El podría haber tenido que aprender, entonces o luego, que dejar el lugar de nacimiento no era una simple cuestión de elección. La ciudad hogareña era la única parte del reino que tenía alguna responsabilidad [legal] con su bienestar. Dejarla supone que uno tiene que estar listo para mantenerse, tener un trabajo garantizado u otros medios de mantenimiento”. (2004: 115)
11. John Shakespeare enfrentó un grave problema en 1572 (Williams tenía 8 años). Henry Higford, que había sido Comisario en Stratford hasta este año, lo demandó a él y otros dos por una deuda pendiente. Afirmó que le debía treinta libras y, como John Shakespeare no respondió en la corte, sacó una orden para su arresto (2004: 117). ¿Qué efecto puede haber tenido esto sobre William, al poder ser considerado su padre como un simple delincuente?
“Es interesante notar que el encarcelamiento por deudas es característico en las obras de Shakespeare. Antonio, en El mercader de Venecia, es encarcelado cuando no puede pagar a Shylock el dinero que pidió prestado para financiar la excursión amorosa de Bassanio para solicitar la mano de Portia.” (2004: 117)
También en La comedia de las equivocaciones aparecen problemas de deudas. Es habitual en Shakespeare encontrar a hombres desesperados por sus frágiles finanzas, cosa que ocurre por ejemplo también en La fierecilla domada.
12. En 1578, Williams tiene 14 años. Los concejales y burgueses tienen que pagar el mantenimiento de soldados del ejército inglés. En esa época, John Shakespeare se excusó de hacerlo. Y se lo aceptó, pues se percibió que estaba en serios problemas financieros. “Cuan humillante haya sido esto para el joven William de catorce años de edad, depende de cuan limitada y restringida se haya vuelto su alimentación” (2004: 128). Quizá los niños Shakespeare sufrieron privaciones reales durante su niñez:
“La juventud de William Shakespeare no podría ser descripta en forma realista como vivida en un paraíso rural sin problemas. Desde muy temprana edad se hizo consciente de los peligros que todas las personas inocentes pueden enfrentar y de la injusticia y la desigualdad de los destinos de los diferentes individuos, ambas situaciones formativas para un hombre joven.” (2004: 129)
Lo que se tiene que haber reforzado al año siguiente cuando muere su hermana Anne con siete años.
13. En ese año una joven de Stratford, Katherine Hammlett, se ahogó; al principio se supuso que se había suicidado y, por lo tanto, no fue enterrada en suelo consagrado, pero luego se decidió lo contrario. Sin duda, esto se parece bastante a la muerte de la Ofelia de Hamlet, por lo que podemos suponer que fue un hecho que también debe haberle impactado.
14. ¿Qué experiencias se podría decir que no tuvo? No tuvo una formación universitaria, sea por los problemas económicos familiares o simplemente porque no era una tradición en Stratford. Esto está reforzado por las burlas que le hacen en ese sentido Robert Green y Ben Jonson. Pero eso no prueba que haya sido aprendiz de algún oficio, en particular, como otros suponen. Por un lado, no hay documentos que se refieran, aunque sí lo hay de otros (aunque podría haberse perdido esa documentación). Pero, lo concreto es que no podían casarse durante los siete o diez años de su aprendizaje, cosa que sí hizo. Puede haber trabajado con su padre, pero dada su mala situación económica, no parece muy probable.
15. En 1582, Anne Hathaway quedó embarazada y se arregló y realizó su casamiento con William. “Esto puede haber sido un gran evento en su familia, pero no necesariamente un cambio bienvenido”. ¿Qué efectos tuvo este casamiento en sus hermanos —una persona mayor que entraba en la familia— porque no tenía otra posibilidad, habiendo fallecido su padre? Como sea, el hecho de casarse y de tener un hijo casi inmediatamente se puede considerar el término de sus años formativos (2004: 137).
Como síntesis, y citando nuevamente a la autora:
“Creo que es seguro asumir que la vida de Shakespeare en Stratford no fue la de una niñez especialmente feliz y esto ayudó a darle el impulso necesario para abrirse su propio camino. También le preparó para dedicarse a una carrera que no tuvo gran gloria, que fue dura y peligrosa, como confirman las biografías de otros dramaturgos contemporáneos.” (2004: 141)
Este recorrido biográfico muy limitado, centrado en las posibles vivencias de Shakespeare en Stratford, podría seguirse con los elementos que hay en sus primeras obras, pues es en ellas que esperaríamos encontrar más vínculos directos con su lugar de origen, aunque nada impide que ello siga en su obra posterior. La autora sigue ese recorrido, pero nosotros finalizamos acá.
Podrá discutirse, sin embargo, en qué medida esas experiencias marcaron al dramaturgo y se expresan con certeza en sus escritos, pero, como sea creo que sin duda nos acercan a conocer un poco más al niño y, por lo tanto, al grande, en todos los sentidos, William Shakespeare.
Como cierre y para recordar que el teatro no es solo texto, sino texto encarnado, y que el significado lo construye el actor, puedo sintetizar mi exposición de un modo escéptico y basándome en los pocos datos que tenemos podría decir, en tono dudoso y con fondo escéptico: Qué se yo quién era Shakespeare.
Pero, por el contrario y teniendo una mayor confianza en mi propio escrito, pues entiendo que esta información ayuda a conocer e identificar bastante al niño y futuro genio, podría, por otra parte, decir que lo que acabo de exponer es categóricamente lo qué se yo [sobre] quién era Shakespeare.
Por último, y recordándoles que el título de mi exposición es: “Un niño se ha perdido: buscando (desesperadamente) a Guillermito Shakespeare”, entiendo que el niño ha sido encontrado, pero si consideran que no fue así, como ocurre en la playa cuando un niño se pierde, empiecen a aplaudir.
Referencias bibliográficas
ASTRANA MARIN, Luis. 1945. “Estudio preliminar, traducción y notas”, en William Shakespeare, Obras completas (Madrid: Aguilar).
CSIKSZENTMIHALYI, Mihaly. 1996. Creatividad. El fluir y la psicología del descubrimiento y la invención (Barcelona y Buenos Aires: Paidós).
GARDNER, Howard. 1982. Art, mind and brain. A cognitive approach to creativity. (Nueva York: Harper Collins). Trad. española de Gloria G. M. de Vitale, Arte, mente y cerebro. Una aproximación cognitiva a la creatividad (Barcelona: Paidós, 1993).
GARDNER, Howard. 1993. Frames of Mind. The Theory of Multiple Inteligences (Nueva York: Harper Collins). Trad. española de Sergio Fernández Éverest, Estructuras de la mente. La teoría de las inteligencias múltiples (México: FCE, 1995).
GARDNER, Howard . 1993a. Creating minds. An anatomy of creativity (Nueva York: Harper Collins). Trad. española de José Pedro Tosaus Abadía, Mentes creativas (Barcelona: Paidós, 1995).
VINGOE SMITH, Gwendoline. 2004. The making of Shakespeare's genius (Birmingham: University of Birmingham), tesis publicada en http://etheses.bham.ac.uk/3143/1/Smith04MLitt.pdf (Consulta: Julio de 2013).