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EL AMANTE.4-03-Vean El pianista

 Me pregunto qué hace un crítico cuando va al cine. Seguramente no hace lo mismo que una persona cualquiera. El crítico va al baño, deja su cuerpo a un costado del lavatorio, entra al cine hecho un fantasma, ve la película, piensa....


¿En qué piensa? Se le ocurre que la película que está viendo, El pianista, no es un auténtico Polanski, el de El cuchillo bajo el aguaTessEl bailes de los vampirosPiratasEl bebé de Rosemary, y otras que se ubican en una coherencia que sólo Edgardo Russo entiende.

El crítico piensa...¿ en qué piensa el crítico? En que a él no lo van a atrapar, él es un big shot, en que si a otra carne de butaca la pueden hacer llorar mostrando a un pueblo humillado y torturado, a niños muriendo de hambre en pantalla gigante, él – que es un piola bárbaro( terrific string) que no se deja conmover por sentimentalismos – tiene la córnea seca de tanta lucidez y no se inclinará al homenaje inmediato, como nos dice en El Amante, página 25 del número 131.

Russo dice que abunda la información sobre El pianista y que no quiere redundar en ella. Qué lástima! La verdad es que esta revista debe entonces estar hecha por los que estan en el centro de la Meca y se enteran de lo que nadie se ha enterado, ese nadie somos los que desconocemos la contraseña y que fuera del circuito ignoramos el salvoconducto. Radar recién publicó el 9 de marzo - después de que saliera El Amante - la entrevista que hace unos meses editó El País de España. Es la conversación que Polanski mantiene con Jorge Semprún en la que nos cuentan hechos que tiene que ver con la idea de hacer la película y con la historia que en ella se muestra. Russo no nos informa sobre la infancia de Polanski, de su vida en el ghetto, de sus horrores, y de por qué nunca quiso hablar de eso. Russo tampoco leyó la autobiografía del personaje de la película, Wladislaw Spillman, sobre la que se basa la película, por lo que no sé a qué redundancia le teme.

Es cierto que Russo nos dice que la película es la crónica de un sobreviviente solitario y el retrato de un horror de proporciones difícilmente imaginables, por lo que es una pena que aún no pueda imaginarla después de haber visto la película de Polanski. Porque justamente uno de los golpes que le hace a nuestra ignorancia es informarnos sobre la vida de un ghetto, en este caso el ghetto de Varsovia. El libro de Szpillman describe la `normalidad´ siniestra de la vida de los judíos confinados, sus sacrificios y heroicidades, pero también sus traiciones, desigualdades, el relato de una cotidianeidad que disimula a los habitantes que de los 500 mil que habitan el intramuro, sólo quedarán 20. Y esta normalidad siniestra la muestra Polanski con una crudeza y una selección de dolores que nos hace llorar, me hizo llorar. A Russo no, él es grande, adulto, del ghetto sabe todo, tanto como de Polanski.

Russo critica el hecho de que el protagonista Adrien Brody en el personaje de Szpillman mantenga una gélida distancia ante los horrores que ve en la calle. El músico observa los crímenes por la ventana. Esto lo adscribe a un equivocado cuidado de Polanski por no parecer patético. Evidentemente Russo no ha tenido la experiencia de la impotencia y de la humillación. O quizás sí y lo ha olvidado – experiencia difícil de olvidar - , nunca ha visto desde una ventana como criminales uniformados matan a un civil, escuchar el estruendo con alarido para luego correr la cortina. Yo sí lo he hecho, durante El Proceso, y la verdad que si algo jamás tuve fue una sensación de distante gelidez, sino un terrible miedo a que subieran y me llevaran, y la humillación de ser vencido por el mismo miedo.

No sé si la película de Polanski es la mejor película de Polanski ni sé si la actuación de Adrien Brody es la mejor actuación de Adrien Brody, pero sé que tengo que invitar a los lectores de El Amante a verla con el cuerpo puesto.

(2003)